El sábado pasado,
mi hija actuaba en “La Casa más Grande” de Rivas, Madrid, un espacio para que la juventud de este
municipio tenga un sitio de reunión en el que compartir desde una partida de futbolín,
hasta un concierto de música. Este centro cultural tiene una sala de teatro
donde el grupo de teatro del Instituto de mi hija actuaba. Hasta ahí todo
estupendo, el sitio original, los padres encantados y los chicos nerviosos…. Y …
empieza la función y nos avisan que los micrófonos no funcionan … se intenta
solventar con un técnico que porta un equipo de sonorización portátil y que se
pone a los pies del escenario. El resultado: NO SE OÍA NADA, los que estábamos
delante aun nos pudimos enterar de algo, y eso que los profesores y los actores
se esforzaban por hablar alto.
Todo esto
viene a cuento, porque la sala estaba muy equipada, quizá excesivamente
equipada. El equipo de sonido era el propio para un concierto de rock en un
auditorio al aire libre y para miles de personas. ¡No es necesario tanto! ¡Ese
equipo habrá costado una fortuna! Para tener un buen sonido no es necesario
miles de vatios, sino los justos para el sitio que se quiere sonorizar, por eso
es importante contar con el asesoramiento de un buen profesional que sea capaz
de adaptar vatios, equipo y presupuesto a las necesidades de cada lugar o
evento, además, cuando no van a ser profesionales los que van a manejar el
equipo (por ejemplo en un centro cultural o en un colegio) hay que ofrecer
equipos sencillos, porque ¿cuántas veces hemos ido a las actuaciones de
nuestros hijos en el colegio y los profesores no han tenido problemas con el
sonido? Yo diría que ninguna, o se oye poco o se oye demasiado, o la música no
entra a tiempo porque no saben manejar la mesa de sonido, y así podemos seguir
relatando problemas, que hubieran tenido fácil solución con un buen equipo adaptado
a las circunstancias.
Para un buen sonido, no es la cantidad de vatios, sino la calidad y la adecuación a las circunstancias de cada caso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario